El Día Después

Nociones Corales
28 agosto, 2020

Por David Kullock para la Fundación Tejido Urbano

“Por detrás de todas las políticas y prácticas explicitadas, que pueden ser calificadas desde disfuncionales hasta perversas, hay un denominador común: entramados de intereses que se oponen a cambiarlas.”

Las mayores vulnerabilidades al contagio se producen en las ciudades extensas y densas, dependientes de prolongados traslados.

Por David Kullock¹

La pandemia que estamos sufriendo ha dado lugar a una serie de manifestaciones sobre el “día después”, o sea, sobre el futuro que nos aguardaría cuando se logre superar la crisis.

Según muchos opinantes, la lección que nos dejaría la pandemia conduciría a un manejo más sustentable del ambiente, a un retraimiento de la globalización, a la reconfiguración del sistema de ciudades, a la reconversión del sistema productivo, al retroceso del consumismo y a un fortalecimiento de los roles del Estado.

Ninguna de estas propuestas es nueva; las venimos escuchando desde los tiempos del higienismo del siglo XIX, pasando por el esplendor del planeamiento de mediados del siglo XX y por la eclosión del ambientalismo de los años 70, por mencionar algunas de las principales postulaciones referidas al hábitat.

Siendo así, sería conveniente preguntarnos por qué no se han puesto en práctica. Para ello, indaguemos en las cuatro etapas básicas de la pandemia: su origen, su propagación, sus condiciones de criticidad y el tratamiento de la población afectada.

Con respecto a su origen, las zoonosis no son nuevas; lo que es nuevo es su mayor tasa de ocurrencia y, especialmente, su velocidad de contagio, aspectos sobre los cuales no hay duda científica ni estadística de que se incrementan ostensiblemente a causa de la pérdida de diversidad de los ecosistemas. Esto es lo que afirman científicos serios, y no solo los fundamentalistas del ambientalismo.

Con respecto a su propagación espacial, es obvio que está vinculada a la conectividad. Es necesario que existan intercambios y gente que los lleven a cabo para que el virus circule. En nuestro mundo cada vez más globalizado y tecnificado, la expansión del comercio y el turismo internacional garantizan la conectividad y la tornan casi instantánea gracias al transporte aéreo.

Con respecto a las situaciones de mayor criticidad, se ha señalado que las mayores vulnerabilidades se producen en las ciudades extensas y densas, dependientes de prolongados traslados en medios públicos generalmente colmados. Por su parte, los barrios precarios, deficitarios en servicios de saneamiento y con alto hacinamiento, serían las zonas de mayor peligro.

En relación al tratamiento de las personas afectadas, se menciona la necesidad de promover las investigaciones para lograr vacunas y remedios eficaces, la producción de estos a precios accesibles, y la existencia de servicios de salud públicos eficientes.

Siendo este el camino crítico de las pandemias, es muy fácil detectar los aspectos sobre los cuales habría que actuar para prevenirlas, morigerar su masividad y disminuir su letalidad:

  • Pasar a un manejo más sustentable del ambiente, evitando las acciones que destruyen y restan diversidad a los ecosistemas.
  • Modificar las formas de producción y reducir la globalización, para evitar los intercambios superfluos.
  • Adoptar una distribución más homogénea de asentamientos e implementar la policentralidad para disminuir los traslados intraurbanos.
  • Desterrar la existencia de barrios degradados mediante un fuerte accionar en el campo de la vivienda.
  • Promover el desarrollo de las investigaciones pertinentes, regular la industria farmacéutica e implementar un sistema de salud eficiente.

Estas profecías hacen resonar muchas postulaciones ya escuchadas, en una especie de déjà vu (“esto ya lo viví”).

¿A alguien se le puede ocurrir que estos propósitos no han sido formulados una y otra vez por los grupos profesionales que se dedican a esas temáticas, por los movimientos sociales y por las personas de buena voluntad que anteponen el bienestar general a los intereses particulares?

Podríamos sospechar entonces que han incidido una serie de motivos diversos pero interrelacionados:

(i) Si pensamos a nivel de calidad ambiental, alcanza con recordar el Protocolo de Kyoto, permanentemente burlado, o la impasible continuidad en el uso de agroquímicos sobre cuyos efectos letales no hay duda alguna.   

(ii) Si pensamos a nivel del hábitat urbano, debemos reconocer que la actividad inmobiliaria se ha convertido en una de las inversiones más rentables, en tanto el valor del suelo se ha incrementado, dificultando implementar soluciones a la carencia de vivienda social.

(iii) Si pensamos a nivel de los sistemas de actividades, debemos reconocer que las consignas de producción consciente (a través de tecnologías limpias) y de consumo razonable (versus el auge del consumismo) no han registrado grandes avances.

(iiii) Si reflexionamos con respecto al apoyo a la investigación científica, esta ha sufrido altibajos que se reflejan en las asignaciones presupuestarias, y ni hablar de la voracidad de la industria farmacéutica.

Por detrás de todas las políticas y prácticas explicitadas, que pueden ser calificadas desde disfuncionales hasta perversas, hay un denominador común: entramados de intereses que se oponen a cambiarlas, pues no están dispuestos a ceder los beneficios que obtienen, y ni siquiera a morigerarlos.

Entonces, no caigamos en el simplismo de demonizar a la actual configuración urbana, acusándola de ser la principal responsable de la pandemia que estamos viviendo. Hasta que no cambien las relaciones de poder, o sea, la capacidad de incidir sobre las decisiones y políticas públicas, entre los que consideran que debemos priorizar el bienestar general y los que defienden sus prebendas privadas, no se van a modificar las causas estructurales de los desatinos con que se sigue manejando al ambiente y con que se continúan incrementando las inequidades sociales.

Los barrios precarios, deficitarios en servicios de saneamiento y con alto hacinamiento, serían las zonas de mayor peligro.
¹ Arquitecto, planificador urbano y regional, doctorando de la UBA. Profesor consulto, director de la maestría en Planificación Urbana y Regional (PROPUR) y del Centro de Investigación Hábitat y Municipio (CIHaM). Sus trabajos recibieron diversas distinciones en bienales SCA–CPAU y en el CAPBA.
Fotografías: GCBA, CC by 2.5, https://www.buenosaires.gob.ar/noticias/telepase-obligatorio ; y Dario Alpern – Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=19850233