El problema que enfrentan quienes tienen más de 60 años y que empeoró en los últimos 20. Tejido en LN
De todos modos, el mercado porteño reacciona más rápidamente al crédito, por la penetración financiera, la mayor formalidad en los ingresos de los hogares y el mayor nivel de ingresos, principalmente.
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Por: María Josefina Lanzi
En un mercado en el que recientemente resurgió el crédito hipotecario, las esperanzas para cumplir el ansiado sueño de la casa propia son cada vez más grandes. Y se trata de un anhelo que alcanza a la población joven que todavía no adquirió su primera casa, pero también a la población adulta, ya que, según datos publicados por la Fundación Tejido Urbano, en 20 años se duplicó la cantidad de adultos mayores que alquila.
El informe toma los datos de la Encuesta Permanente de Hogares del primer trimestre de 2024 y revela que de los 4.965.057 individuos que conforman la población mayor de 60 años en la Argentina, 359.754 son inquilinos. Esto representa “el 7,25% de la población adulta mayor y el 6,58% del total de inquilinos a nivel nacional”, asegura el informe.
“No me llama la atención, no es coyuntural, sino un problema de hace varios años”, asegura el economista Federico González Rouco, quien recientemente publicó el libro El sueño de la casa propia, y agrega: “Se viene un problema demográfico fuerte, la situación se agravará cada vez más, si tenemos en cuenta que el 40% de los jóvenes de entre 25 y 30 años todavía no se han emancipado y viven con sus padres o abuelos”.
“Se trata todavía de números bajos”, señala Fernando Álvarez de Celis, director ejecutivo de la Fundación Tejido Urbano, aunque agrega: “De todas formas, empieza a aparecer una generación de gente en la Argentina a la que le cuesta ser propietario, situación que poco a poco comienza a empeorar”.
¿Por qué hay cada vez más adultos mayores que no acceden a su casa propia?
Las fuentes consultadas coinciden en que la falta de oferta de préstamo hipotecario en la Argentina fue un factor decisivo para el acceso a la vivienda propia. “Estos números se explican, en parte, por la ausencia de crédito hipotecario estructural en nuestro país, es decir, hay oferta durante dos o tres años, pero no durante un proceso largo, que permite que la gente pueda comprar”, explica Álvarez de Celis, que agrega que entre 2001 y 2002 se disparó el precio de las propiedades respecto a los ingresos, lo cual frenó todavía más las posibilidades de acceso a una casa propia.
“En países donde hay inflación persistente y constante en el tiempo es lógico que haya menos propietarios, ya que esto destruye todo tipo de crédito o ahorro. Los préstamos ahora funcionan porque la inflación se está estabilizando”, explica Soledad Balayan, titular de Maure Inmobiliaria.
Rouco comparte la mirada de Balayan y asegura que “esta realidad tiene muchas causas que son espejo de la recesión y consecuencia del estancamiento de los últimos 30/40 años”. Explica que el que tiene hoy 65 años, tenía 30/35 en los 90, cuando se dio el mejor momento del crédito hipotecario y este constituía el 5% del PBI. En otras palabras, “toda la deuda que teníamos representaba el 5% de lo que se produce en un año en la Argentina. Cualquier persona tiene la idea de que en ese momento estábamos en una muy buena época, pero en comparación internacional no era nada descollante. Hoy Chile tiene un 27% a 28%; Estados Unidos, 75% a 80%. Y nosotros en el mejor momento tuvimos 5% nada más”.
El informe también detalla que existen realidades distintas a nivel geográfico en la cantidad de adultos mayores que alquilan. “Mientras que provincias como Corrientes, Catamarca, Santiago del Estero y Resistencia presentan una baja proporción de personas mayores que alquilan, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires esta proporción es considerablemente más alta”, revela el estudio y agrega: “Otras ciudades como La Plata, Santa Fe, Neuquén, Mendoza y Río Gallegos también registran una proporción relevante de adultos mayores inquilinos”.
Otros problemas de la tercera edad
Pero las dificultades para este segmento poblacional no se terminan ahí, ya que el estudio recopila datos vinculados al estado del hogar y los ingresos, que, según el informe, “reflejan la existencia de un problema habitacional estructural que afecta tanto a quienes no han logrado acceder a la propiedad, como a aquellos que viven en condiciones precarias”.
Según los datos del primer trimestre de 2024 de la EPH, el ingreso mensual de los adultos mayores inquilinos varió entre $135.000 y $276.500. Si se tiene en cuenta que el alquiler de un dos ambientes promedio en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires estaba $416.991 en febrero, según datos de Zonaprop, surge el interrogante de qué tipo de vivienda –en cuanto al estado- puede acceder una persona que contaba con estos ingresos (sin tener en cuenta la necesidad de cubrir otras necesidades básicas, como la alimentación y los medicamentos).
Los números de la estructura de los hogares también revelan que existen riesgos de estar expuestos a mayor aislamiento social y dificultades económicas, ya que la mitad de esta población vive solo o con su cónyuge, ambos pertenecientes a la tercera edad. Además, Álvarez de Celis resalta que “el 40,52% de los adultos mayores que viven solos se encuentra en el primer decil de ingresos, el más bajo, lo que indica una situación económica muy frágil”. Al respecto, el informe añade: “Al considerar los cuatro primeros deciles, que agrupan a los sectores de menores recursos, se observa que el 72,7% de los adultos mayores unipersonales se ubica en esta categoría de ingresos bajos”.
El informe alienta a brindar una solución que responda a todos los desafíos de esta etapa de la vida, no sólo a la necesidad de proporcionar un techo. “Se requiere una política habitacional focalizada en esta población”, resalta, donde se generen alternativas de vivienda que respondan a los desafíos específicos de esta etapa, tales como la soledad, la movilidad reducida y la precariedad económica.