Exposición de Raúl Zavalía Lagos en Audiencia Pública del Gas
Video y transcripción de la exposición de Raúl Zavalía Lagos, socio fundador y director ejecutivo de la Fundación Pro Vivienda Social, en la Audiencia Pública a los efectos del tratamiento de los nuevos precios en el PUNTO DE INGRESO AL SISTEMA DE TRANSPORTE (PIST), convocada por la Secretaría de Energía del Ministerio de Economía, el 10 de mayo del 2022.
Transcripción:
“Represento a la Fundación Pro Vivienda Social, una organización que se ocupa de que la gente de menores ingresos pueda acceder a la energía. Entre los años 2000 y 2020 hemos desarrollado cuatro fideicomisos de gas que han permitido que diez mil familias de barrios muy periféricos del municipio de Moreno, en el Gran Buenos Aires, puedan acceder al gas natural. Desde ese lugar hemos aprendido que el principal problema que tenemos en Argentina es que el cincuenta por ciento de las familias argentinas no pueden acceder a la red de gas. Resulta paradójico en este tipo de audiencias solicitar tener tarifa, porque mucha gente no tiene tarifa y paga, ya sea por la leña, por el carbón o por el gas envasado, costos mucho más altos, no solamente en términos económicos sino fundamentalmente en términos de salud, en muchos casos llegando a perder la vida por obra de un brasero.
Lo primero que plantearía en este tipo de audiencias es cuál es el plan que tenemos en Argentina para que todos y todas tengamos gas natural en algún momento. A treinta años de la privatización, consideramos necesario concluir que no hemos logrado llevar ese servicio básico que no solo permite a las familias enfrentar menores costos económicos y de salud sino también sentirse parte de la sociedad. Es paradójico que así como tenemos casi un cincuenta por ciento de pobreza tenemos un cincuenta por ciento de las familias sin acceso a la red de gas. Queda planteado entonces esta primera inquietud: ¿qué se está pensando para ampliar la red de este servicio?
Lo segundo que quiero plantear es el tema de los costos. Argentina tiene una potencialidad enorme en términos de gas natural. En energía podríamos tener, al igual que en otros sectores ─como la agroindustria─, enormes exportaciones. Como tuvimos hace cuarenta años con Loma de la Lata, ahora la naturaleza nos brinda otro recurso extraordinario con Vaca Muerta. Está en nosotros escoger la manera de transformar esto en un recurso para toda la nación; no solamente para cubrir esa demanda insatisfecha de los hogares más pobres sino para generar riqueza. Escucho en esta audiencia como nos peleamos por lo que tenemos. Propongo encontrar juntos la manera de sacar es energía enterrada y que por supuesto requiere inversiones de empresas que no son entidades sin fines de lucro sino que eligen explotar aquellos yacimientos que ofrecen posibilidades de lucro. Tenemos que ver cómo atraer esas empresas para sacar esa energía, reconocer ese potencial lucro, y dotar de dólares a nuestra economía.
El tercer problema es que lo que generamos ─es decir, dejamos de pagar─ a través de los subsidios lo pagamos a través de la inflación. Todos sabemos que los dos o tres puntos que gastamos en subsidios a la energía terminan desbalanceando nuestras cuentas fiscales que después pagamos a través de la emisión. Entonces, queremos defender con subsidios energéticos a las familias de menores ingresos pero después las castigamos a través de la inflación, no ya en las tarifas sino por ejemplo en los alimentos, vestimenta (indumentaria), etc.
Creo que en lugar de pelear por el precio del gas ─un tema complejo para nosotros─ deberíamos poner atención a la cantidad, que es el segundo componente de la factura del servicio. En Argentina, disculpen que utilice esta expresión que parece un poco brutal, somos analfabetos energéticos. Y esto, ¿qué significa? Que no sabemos cuánto consumimos en nuestros hogares. Si nos comparamos con países con semejantes condiciones climáticas, observamos que consumen mucho menos. No hace falta más que ir hasta Uruguay para comprender que ellos, que no tienen gas como en nuestro caso, saben cuánto consumen y tienen un consumo mucho más adecuado a sus circunstancias. Nosotros, en cambio, nos pareceríamos a una familia que va al supermercado, carga el changuito y recién se entera que la compra sale treinta mil pesos cuando se lo dice la cajera.
No sabemos cuánto consume, por ejemplo, una vivienda mal aislada, inconveniente que comparte el ochenta por ciento de las viviendas argentinas. El cincuenta por ciento de la energía se nos va en la climatización; en calentarla en invierno y enfriarla en verano. Tenemos un proyecto de ley que está durmiendo en la cámara de diputados sobre eficiencia energética. Entonces, ¿cómo podemos hacer para afrontar este necesario aumento de tarifa? Consumiendo menos, pero para lograrlo debemos saber cómo consumimos. Aprendimos hace poco, con la Universidad de San Martín, que el piloto de un termotanque o de un calefón consume medio metro cúbico de gas por día, 180 al año. Y si uno comprende que en una vivienda uno no vive un año sino mucho más de un año, ve que estamos desperdiciando miles de metros cúbicos a lo largo de su vida útil.
Mejorando nuestras viviendas generaríamos a la vez empleo. Y, cruzando un momento a la electricidad, recuerdo que una heladera vieja consume siete veces más que una heladera nueva; una bombilla LED consume diez veces más que una convencional. Como sociedad podríamos encarar este tipo de transformaciones que reducen el consumo y evitan estos impactos por el aumento de precios. En la Fundación Pro Vivienda Social hemos hecho esta experiencia en hogares de menores ingresos y hemos logrado disminuir ─sin perder calidad de vida─ hasta el sesenta por ciento del consumo de energía. Los argentinos consumimos entre dos y tres veces más energía que la que necesitamos.
En resumen, si tuviéramos un plan de energía que permita que todos los hogares tengan acceso a la red de gas, que permita orientar esta industria a la exportación y que nos permita superar nuestro analfabetismo energético, nuestra calidad de vida sería mucho mejor.
Muchas gracias.”