Con o sin fronteras

Nociones Corales
1 septiembre, 2020

Por Teresa Batlle Pagés para la Fundación Tejido Urbano

“Adelantando que soy una idealista, quiero comentar que espero que la pandemia nos ayude a cambiar, a llevar a cabo una transformación hacia nuevos modelos sobre los cuales científicos y profesionales nos llevan informando, casi gritando, desde hace muchos años.”

Todos, con grandísima precaución, hemos disfrutado de nuestro barrio, comprado en nuestro barrio, intercambiado desde una distancia silenciosa, casi desgarradora, con nuestros vecinos.

Por Teresa Batlle Pagés¹

Durante muchos años, Europa ha trabajado con gran empeño por encontrar una seguridad y libertad que la pandemia ha puesto en cuestión. Ni existe una seguridad en todo, ni una libertad sin el cuidado al otro. Constatarlo creo que nos puede ayudar. La pandemia nos ha obligado a pensar en nosotros y en los otros: vigilar para cuidarnos y cuidar a las personas y al entorno en el que habitamos.

En el marco de una reflexión urbana, está claro que tanto la arquitectura como el espacio urbano han tenido un gran protagonismo en Barcelona a lo largo de estos tres meses de confinamiento.

Hemos estado en la vivienda las 24 horas del día, hemos podido conocerla a fondo -no estábamos acostumbrados a ello, la vorágine del día a día nos lo impedía-. Hemos vivido el recorrido del sol, percibido la sensación de confort, profundizado en cada uno de sus espacios. Estar, comedor y dormitorios han sido lugar de trabajo, de reunión, de conferencias, de clases, de exámenes, de gimnasia, de convivencia. El confinamiento ha permitido poner sobre la mesa una reflexión que lleva tiempo cuestionándose, pero a la que no se ha conseguido todavía darle trazabilidad. Construimos viviendas como las de nuestros padres; nuestras normativas y promociones de obra nueva o reforma siguen considerando familias estándares y viviendas de venta para toda la vida. ¿No podemos empezar a pensar en espacios abiertos, flexibles, versátiles, compartidos? Los metros cuadrados por estancia han sido mucho más importantes que la calidad de los espacios interiores, sin dejar de mencionar la importancia que han adquirido los espacios exteriores y la vegetación. Estamos ahogados por unas inercias y unos procedimientos que no nos dejan la posibilidad de imaginar otras maneras de habitar. El impacto del COVID-19 ha forzado esta reflexión sobre nuestro parque de viviendas antiguo y sobre aquel nuevo necesario.  Europa y sus Estados miembros se han visto obligados a firmar un New Green Deal” que nos obliga a revisar este parque de viviendas, antiguo y nuevo, para adecuarlas en sus consumos, en su respeto por el medioambiente y en su biodiversidad (que incluye también al ser humano).

Además, han estado en debate la ciudad como tal, la densidad de cada una de ellas y el espacio urbano -si una cosa hemos podido hacer estos días de confinamiento es debatir intensamente, mediante webinars, skypes, teams y formatos múltiples-. Todos, con grandísima precaución, hemos disfrutado de nuestro barrio, comprado en nuestro barrio, intercambiado desde una distancia silenciosa, casi desgarradora, con nuestros vecinos. En la medida en que han ido pasando las fases hemos paseado, muchos han cogido sus bicicletas; las protagonistas han sido las personas, los coches han desaparecido… ¡Era una visión tan bonita sobre la ciudad! La hacía tan próxima, tan humana, y el espacio urbano tomaba un sentido cívico y de convivencia muy distinto a la trepidante vida que normalmente tiene.

Adelantando que soy una idealista, quiero comentar que espero que la pandemia nos ayude a cambiar, a llevar a cabo una transformación hacia nuevos modelos sobre los cuales científicos y profesionales nos llevan informando, casi gritando, desde hace muchos años; ahora que vamos saliendo de ella, incluso al percibir cómo esta está afectando seriamente a la economía, me pregunto: ¿empezaremos a tomarnos en serio la sostenibilidad social, ambiental y económica? ¿Será posible una sostenibilidad desde una mirada global y con acciones locales? El otro día leí la voz de Jordi Delás, médico y paciente del COVID-19, que comentaba en la revista El ciervo: Frente a un mundo compartimentado, acotado y limitado que algunas doctrinas intentan defender, se hace evidente que una transgresión en un mercado local de un punto del planeta puede comprometer la salud y la economía a muchísima distancia. Con o sin fronteras”. ¡Nos toca pensar globalmente y actuar localmente!

Barcelona, junio de 2020.

Hemos estado en la vivienda las 24 horas del día, hemos podido conocerla a fondo -no estábamos acostumbrados a ello, la vorágine del día a día nos lo impedía-.
¹ Arquitecta. Cofundadora de Picharchitects/pich-aguilera. Graduada en 1986 por la Escuela Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Cataluña (ETSAB-UPC). Presidenta del Comité Científico de la asociación ASA (Asociación de Sostenibilidad y Arquitectura) y de la comisión de trabajo de Empresa y Medioambiente de la Asociación 22@Network. El objetivo principal en su trayectoria profesional ha sido el de desarrollar líneas de mejora hacia el respeto al medioambiente y la reducción en el consumo de recursos materiales y energéticos; ha impulsado proyectos de investigación que implican a todos los agentes del sector de la construcción.
Fotografías: Ajuntament de Barcelona, CC BY-NC-ND 2.0: https://www.flickr.com/photos/barcelona_cat/49886199107/ y https://www.flickr.com/photos/barcelona_cat/49933790656/.