Conciencia colectiva: una oportunidad global

Nociones Corales
20 octubre, 2020

Por Mariano Bo para la Fundación Tejido Urbano

“La industria también tiene su oportunidad de acción en este campo, aunando esfuerzos en buscar estrategias y soluciones para acompañar a los sectores vulnerables en la generación de barrios de vivienda accesibles, posibles y de calidad.”

La emblemática toma de 100 hectáreas que desde el 28 de julio último entre 2.500 y 3.000 familias ocupan en la localidad de Guernica, en el sur del conurbano bonaerense, expresa en muchos sentidos lo errático del modelo de distribución de tierras y acceso a la vivienda.

Por Mariano Bo¹

La organización internacional Global Footprint Network (GFN) estudia desde hace décadas el comportamiento de la humanidad y su relación con los recursos naturales. Anualmente, resulta emblemático para quienes estamos preocupados por el consumo y la destrucción desmedida de recursos el Día de la Deuda Ecológica. El mismo simboliza un hito mundial que indica que ese día particular los seres humanos han consumido o destruido los recursos que es capaz de producir nuestro planeta durante todo el año. Esta fecha resulta cada vez más alarmante, ya que, estudiada desde 1971, se ha adelantado más de dos meses en los últimos 20 años, lo que se traduce en que hoy en día necesitamos los recursos de 1,75 planetas para abastecer el consumo anual de la Tierra. En síntesis, estamos agotando nuestro capital natural, poniendo en riesgo el cada vez menor saldo de los recursos naturales de la humanidad. Los costos de este excesivo gasto se hacen cada vez más evidentes en forma de deforestación, erosión del suelo, pérdida de biodiversidad o acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera, lo que conduce a eventos climáticos extremos más frecuentes y a otros acontecimientos posibles que aún no podemos mensurar.

A las claras este modelo de planeta que proyectamos como colectivo humano fracasó. Los altos niveles de consumo que se nos exigen socialmente, acompañados por un sistema de ocupación del suelo totalmente desbalanceado, hacen inviable el futuro ya no a largo o mediano plazo, sino en lo inmediato.

La imprevisible pandemia que estamos atravesando a nivel mundial nos da la oportunidad de realizar algunas reflexiones. Seguramente quien lea estas líneas asocie este inusitado fenómeno a algo negativo, ya sea porque perdió o disminuyó considerablemente su actividad laboral, porque se preocupa por la salud física y emocional de sus hijos, o simplemente porque extraña juntarse con sus seres queridos. Efectivamente, todas esas preocupaciones e inquietudes tienen su lugar, y es razonable que de alguna manera monopolicen nuestro día a día. Sin embargo, nuestra intención es exaltar este momento como una oportunidad global.

En estos meses de cuarentena tuvimos la oportunidad de experimentar cómo podemos vivir con menos, y que innumerables bienes que solíamos consumir, y espacios físicos que pensábamos necesitar, no son realmente necesarios. Las nuevas alternativas de teletrabajo vuelven ociosas, o al menos no imprescindibles, gran parte de las superficies destinadas exclusivamente al trabajo presencial.

Simultáneamente, la emblemática toma de 100 hectáreas que desde el 28 de julio último entre 2.500 y 3.000 familias ocupan en la localidad de Guernica, en el sur del conurbano bonaerense, expresa en muchos sentidos lo errático del modelo de distribución de tierras y acceso a la vivienda. En nuestro país, como en gran parte del mundo, la alta concentración poblacional en superficies reducidas de tierra eleva los valores, en detrimento de las áreas periféricas o alejadas de esos centros. Pero parece inevitable que tomemos, de una vez por todas, el desafío de la tierra y la vivienda como un tema coral, que pensemos desde la iniciativa privada y en condiciones de mercado alternativas viables para el acceso a la tierra por parte de sectores menos favorecidos con el mismo entusiasmo y creatividad con el que se han transformado humedales en miniciudades. Y, en ese sentido, no solo el acceso a esos derechos para todos los que no los tienen, sino también, y en igualdad de importancia, para aquellos que sí cuentan con tierra o con viviendas precarias, promoviendo una ocupación más homogénea y solidaria. A la vez, el Estado tiene la oportunidad de instrumentar políticas públicas, reales y sin restricciones sectoriales, que incentiven la reducción de traslados de la periferia hacia los grandes centros mediante el trabajo a distancia, la distribución de tierras ociosas con fines productivos y de vivienda y la promoción de economías sustentables que no comprometan el medioambiente. La industria también tiene su oportunidad de acción en este campo, aunando esfuerzos en buscar estrategias y soluciones para acompañar a los sectores vulnerables en la generación de barrios de vivienda accesibles, posibles y de calidad.

Finalmente, es imprescindible entender como colectivo humano que si el 100 % de la infraestructura existente de construcción e industria estuviera equipada con tecnologías de eficiencia energética y energía renovable disponibles, la fecha del Día de la Deuda Ecológica retrocedería al menos 21 días. La buena noticia es que esta transformación no solo es tecnológicamente posible, sino que también es económicamente beneficiosa y una oportunidad para un futuro viable. La virtualidad generó nuevos espacios de encuentro. Los mismos aún resultan difíciles de asimilar, pero velozmente los estamos incorporando a nuestra vida. Debemos seguir abriendo puertas y conectando espacios, antiguos silos que devienen rápidamente en espacios comunes, ya que resulta imprescindible que los próximos años nos encuentren activos, empáticos y con visión de futuro.

Tal vez sea hora de que todos los actores de peso en este ecosistema asumamos sinceramente un rol social apalancando el crecimiento en las lógicas colaborativas de la economía, forjando alianzas con los distintos referentes y trabajando por liderazgos solidarios hacia una comprometida conciencia colectiva.

Estamos agotando nuestro capital natural, poniendo en riesgo el cada vez menor saldo de los recursos naturales de la humanidad.
¹ Arquitecto FADU-UBA. CEO de Saint-Gobain para Argentina, Chile y Perú.
Fotografías: Germán Romeo Pena para ANRed, CC by 4.0, https://www.anred.org/2020/10/08/abrazo-virtual-a-guernica-mensajes-solidarios-con-las-2500-familias-que-luchan-por-tierra-para-vivir/ y ANRed, CC by 4.0, https://www.anred.org/2020/08/28/cordoba-movilizaciones-en-toda-la-provincia-contra-los-incendios-que-destruyen-monte-nativo/