Después de la pandemia

Nociones Corales
9 septiembre, 2020

Por Ricardo Crespo para la Fundación Tejido Urbano

“Si la pandemia arrojara unas cuantas 'conversiones tumbativas' o decisiones firmes de repetir los actos que generen virtudes por parte de algunos líderes, podríamos pensar en algo mejor para el futuro.”

Mucho se ha escrito sobre las consecuencias económicas y sobre el impacto en la conducta sanitaria, en la higiene y en el distanciamiento social con posterioridad a la pandemia que estamos sufriendo.

Por Ricardo Crespo¹

Mucho se ha escrito sobre las consecuencias económicas y sobre el impacto en la conducta sanitaria, en la higiene y en el distanciamiento social con posterioridad a la pandemia que estamos sufriendo. También sobre los nuevos hábitos y formas de trabajo y educación. Se habla de un “antes y después” del coronavirus, de una “nueva normalidad”.

Incluso ha habido consideraciones acerca de la mayor transparencia, de la solidaridad creciente, de la menor discriminación, del mayor respeto y responsabilidad, de una profundización en la humildad frente a la impotencia y la incertidumbre, de una valoración de lo importante y reconocimiento de lo trivial y efímero, de un mayor sentido ciudadano, control y autocontrol, del surgimiento de liderazgos más auténticos. Se piensa que estas novedades permanecerían pasada esta situación; en las breves líneas siguientes quisiera concentrarme en estas previsiones.

Es muy difícil profetizar qué pasará. Sin embargo, lamento expresar sentimientos escépticos en relación con este probable futuro. Ya hoy presenciamos conductas que distan de todo lo anterior, especialmente en la clase política: más allá de los casos de corrupción y abuso de poder, han transformado la pandemia en una cuestión política. Por otra parte, los hábitos reseñados en el párrafo anterior son virtudes individuales que no se adquieren de un día para el otro. Las “conversiones tumbativas”, al estilo de San Pablo camino de Damasco, han sido escasas a lo largo de la historia. La capacidad de olvido es enorme y el relajamiento, sin una causa de fuerza mayor que lo evite, llega muy pronto.

No hay que olvidar que las virtudes son hábitos que se adquieren con esfuerzo mediante la repetición de actos. La pandemia no va a reemplazar a la educación y a la ley, fuentes principales de las virtudes. Se ha generado un comportamiento colectivo mayoritariamente responsable en base a la amenaza del castigo legal y al miedo a la enfermedad. Pasados estos, ¿por qué habría de permanecer ese comportamiento? Ha habido otras pandemias, grandes crisis económicas y financieras, y nada ha cambiado.

Considero que la mayor oportunidad está en la toma de consciencia de la necesidad de estos hábitos para un mundo mejor por parte de los líderes de la sociedad. No creo en la frase “todos tenemos la culpa” tout court. Hay grados de culpabilidad y responsabilidad, y la mayor corresponde a la autoridad. Autoridad que no es poder simplemente, sino que proviene del ejemplo. Si la pandemia arrojara unas cuantas “conversiones tumbativas” o decisiones firmes de repetir los actos que generen virtudes por parte de algunos líderes, podríamos pensar en algo mejor para el futuro. Ellos son los principales responsables. De lo contrario, pasará como en el viejo juego del Estanciero: “vuelva al casillero inicial”. Ojalá me equivoque.

No creo en la frase “todos tenemos la culpa” tout court. Hay grados de culpabilidad y responsabilidad, y la mayor corresponde a la autoridad.
¹ Doctor en Filosofía; doctor en Economía; investigador principal (CONICET).
Fotografías: ANRed, CC by 4.0, https://www.anred.org/2020/09/05/panorama-de-empresas-recuperadas-y-movimientos-sociales/ y Gobierno Argentino, CC by 2.5, https://www.casarosada.gob.ar/slider-principal/46997-coronavirus-el-presidente-anuncio-la-continuidad-de-las-condiciones-de-aislamiento-social-para-el-amba-hasta-el-16-de-agosto.