Estación Espacial Urbana C-V-19

Nociones Corales
12 noviembre, 2020

Por Alejandro Borrachia para la Fundación Tejido Urbano

“Después de varios meses en nuestras casas, cada hora del día contiene un significado. El momento del ejercicio, el desayuno en el patio, y el café al sol en la tarde desde el balcón. Cada espacio existente ahora es utilizado; el trabajo o la clase en un escritorio inventado, el jardín y la jardinería, o algún momento de soledad.”

Dibujo del Living Pod (Cápsula de Vivienda), del arquitecto británico David Greene, miembro del grupo Archigram, 1967.

Por Alejandro Borrachia¹

Unos cuatro meses después del comienzo de la cuarentena encontré entre las muchas series disponibles una de ciencia ficción que aventuraba, en un futuro muy cercano, el primer viaje tripulado a Marte; la serie se llama Lejos (Away)², y en ella la comandante norteamericana Emma Green lidera una de las misiones más importantes ideadas por la NASA y las agencias espaciales china, rusa, israelí y europea juntas.

Lo difícil del viaje no solo es llegar a Marte, sino el tiempo que esto demanda; tardarán tres años en el intento: ocho meses de ida, incluyendo un tiempo breve de preparación en la base lunar, un año y algo en Marte, y otros ocho meses de vuelta… si todo sale bien.

Mas allá de las historias familiares de cada uno de los tripulantes, el tema obvio de la duración del viaje, la despedida, los hijos, hijas, maridos, madres, padres, y las motivaciones personales que los llevan a estar ahí, atravesando ese duro desafío físico y moral que por momentos unirá a la humanidad frente a las pantallas, como cuando allá en el 68 Neil Armstrong tocó la Luna. Lo interesante de la serie es la descripción de la convivencia en la nave, no solo entre ellos mismos; el botánico británico Kwesi, el ingeniero ruso Misha Popov, el cirujano israelita Ram y la química china Lu. Y por supuesto la capitana Green –con sus humanas y atendibles crisis–, todos frente a la convivencia con el espacio limitado que habitan y la comprensión forzada de esos habitáculos-máquina. Unas máquinas que sufren averías, a las que cuesta ir entendiendo hasta lograr amoldarse a ellas (a pesar del entrenamiento de años), y que afectan y son afectadas por el desarrollo de las actividades diarias y cotidianas de cada uno de sus habitantes.

Ahí por el capítulo ocho, mientras me dejaba llevar por la trama y al mismo tiempo pedaleaba con mi bicicleta fija, me di cuenta, casi como un golpe, del paralelismo entre esas cápsulas espaciales de gravedad cero, entre sus tripulantes y su sistema casi matemático de convivencia, el espacio enmarcado por la rutina, y la manera en la que estamos utilizando, en este tiempo de encierro, nuestras casas. ¡Ahí estaba!, delante de mis ojos, después de tanto hablar sobre lo que le depara a la arquitectura y a los arquitectos la pospandemia, y lo que va a quedar de toda esta experiencia. ¡Fue como una revelación! Somos astronautas, cosmonautas urbanos habitando naves junto a nuestros compañeros de viaje: familia, perros, gatos, plantas y cosas. Todas encajadas en su lugar justo, desplegándose desde pequeños compartimentos en los muros, replegándose de ser necesario, buscando que el sol nos dé en la cara en ese momento único de la órbita exacta, conscientes en extremo del paso de las horas y de las estaciones, con una precisión nunca antes vista, o por lo menos desde la óptica de un habitante que hasta este momento pasaba más tiempo fuera que dentro, que utilizaba su casa como dormitorio, como estación de reabastecimiento y no como una experiencia “4D” de veinticuatro horas.

Recordé, y hasta volví a ver, algunas de las películas de viajes al espacio que siempre me gustaron; también algunos de los recorridos virtuales de la NASA por la Estación Espacial Internacional³. Y mientras pasaban todas esas imágenes de gente flotando entre habitación y habitación, mientras veía cómo cada mínimo metro cúbico se cargaba de propósito, todo iba teniendo sentido; hasta la sensación del espacio exterior como una aventura hermosa y peligrosa en partes iguales lograba paralelismos impensados con el extraño presente que nos toca vivir y nuestra relación actual con la ciudad.

Después de varios meses en nuestras casas, cada hora del día contiene un significado. El momento del ejercicio, el desayuno en el patio, y el café al sol en la tarde desde el balcón. Cada espacio existente ahora es utilizado; el trabajo o la clase en un escritorio inventado, el jardín y la jardinería, o algún momento de soledad. El espacio adquiere un sentido nuevo; cada rincón se transforma en un bien, nacen estantes, muebles y proyectos mínimos. También hay que reparar cosas; nunca antes todo fue tan utilizado y por todos los habitantes al mismo tiempo. Y aparecen las herramientas, los momentos de concentración, las huertas, los hobbies olvidados, el disfrute, las crisis, los derroteros por las escaleras y los pasillos, por los patios y los balcones, los baños de inmersión, las duchas largas, los tragos al final del día, los juegos. Todo en nuestro módulo de habitación, en nuestra cápsula, en nuestro Living Pod4 urbano; todo en este modo “estación espacial” en el que estamos viviendo, linkeados como nunca antes con otras estaciones paralelas, amigas o enemigas –no importa–; esperando el momento del día en el que, al orbitar, por la ventana aparezca la imagen única de la Tierra. Soñando con caminarla de nuevo.

Somos astronautas, cosmonautas urbanos habitando naves junto a nuestros compañeros de viaje: familia, perros, gatos, plantas y cosas.
¹ Arquitecto, decano de la Escuela Superior de Arquitectura y Diseño de la UM, profesor titular regular de Arquitectura I y II, y director del Instituto de Investigación en Diseño y Georreferenciación, dedicado a proyectos urbanos y vivienda social experimental en la misma institución. Creador y miembro del comité académico del Taller de Integración Latinoamericano; organizador del Congreso Latinoamericano de Arquitectura y titular de cátedra en la materia Proyecto Final Integrador, donde se desarrolla el Programa Académico de Asistencia Federal (PAAF!). Profesor invitado en Argentina y en el exterior, titular del estudio Borrachia Arquitectos, investigador y autor del libro Nuevas Arquitecturas en un mundo hiperconectado.
² Lejos (Away). Director: Andrew Hinderaker, 2020.
³ International Space Station on UStream. https://www.nasa.gov/multimedia/nasa- tv/iss_ustream.html
4 Living Pod. Arquitecto: David Greene, 1967. Archigram (ilustración)
Fotografías: Hidden Architecture, http://hiddenarchitecture.net/living-pod/; y Anthony Quintano, CC BY 2.0, https://www.flickr.com/photos/22882274@N04/49784722546/.