Hacer visible lo invisible

Nociones Corales
2 diciembre, 2020

Por Alicia Novick para la Fundación Tejido Urbano

“Este fenómeno nuevo, la pandemia y sus mil caras, muestra la diversidad de problemas estructurales que tenemos que resolver. Sus efectos no son democráticos, golpean más fuerte a los más vulnerables.”

En los temas de la ciudad, se actualizan conflictos constitutivos como la articulación regional, la desigualdad creciente de los territorios de la pobreza –donde el confinamiento es en los barrios, porque las casas no son referencia posible–.

Por Alicia Novick¹

Luego de la caída de las Torres Gemelas, ese fatídico 11 de septiembre de 2001, las personas recordaban qué estaban haciendo en ese momento, dónde y cómo recibieron la noticia. Es un modo de vincular nuestro pequeño mundo con la escala planetaria de los eventos. ¿Cómo nos recordaremos en este largo ciclo de pandemia?

Los primeros meses fueron muy reflexivos; el descubrimiento de la vida digital, conferencias, clases online y e-encuentros en Zoom fue objeto de múltiples preguntas. Los webinars eran un desafío para quienes tenían que decir algo, y al mismo tiempo el telón de fondo para quienes se dedicaban a limpiar su casa con el objetivo de alejar el virus. En ese marzo y abril, la multiplicidad de memes y las manifestaciones humorísticas en todos los formatos colaboraban a procesar los nuevos escenarios. A lo largo del tiempo el entusiasmo, el estupor y el humor se fueron diluyendo en los vericuetos de una nueva e intensa vida cotidiana y laboral intramuros.

El COVID-19 implica una multiplicidad de escalas y espacios geográficos que coexisten. La pandemia va más allá de lo local; el mundo entero está afectado por el “quédate en casa” y la vida en Roma, París, Madrid o Nueva Delhi tiene enormes similitudes. El horror de los cadáveres acumulados en las diferentes ciudades parecía hermanar al mundo frente al virus, ese enemigo desconcertante. Los mapas de la Johns Hopkins muestran los alcances planetarios del tsunami, con las estadísticas que registran la cantidad de casos, de muertos, de sistemas colapsados. Cambiando de escala, se dirime la vida de quienes no ven a nadie, las familias de padres y niños que nunca estuvieron tanto tiempo juntos, los solteros con gato, los jubilados sin derecho a nietos ni a plaza, los que viven de changas que no existen, los que no llegan a pagar las cuentas, los que se contagian, los que la pasan como una gripezinha y los que están con respiradores entre la vida y la muerte, los enfermos y su soledad… Entre lo planetario y la vida de la gente se despliegan muchas otras escalas.

¿Qué cosas llegaron para quedarse?, ¿qué cosas se perdieron y será necesario recuperar?, se preguntaba Bruno Latour en el mes de marzo. Argumentaba que la pandemia mostró que el omnipresente sistema capitalista pudo detenerse cuando esto se suponía imposible, considerando así la posibilidad de pensar no solo en la “distribución” de la producción sino en los procesos de producción en sus propios términos…. En consonancia, quienes ya desde antes advertían acerca de los espejismos del desarrollo y del progreso, y frente a las peligrosas derivas del cambio climático y las injusticias sociales y ambientales, proponían: “¿y si intentamos con el decrecimiento?”. No obstante la ilusión del futuro, esas atractivas utopías modernas no parecen encontrar su sitio en un escenario dominado por las distopías, esas imágenes del peor de los mundos posibles.

Joan Subirats, desde Barcelona, nos recuerda con su particular lucidez que la pandemia es un fenómeno del siglo XXI, que observamos con miradas del siglo XX y tratamos con instrumentos del siglo XIX… ¿Entonces? Lo que habitualmente hacemos es proyectar lo que conocemos y creemos desde antes sobre el nuevo escenario, aunque a poco de andar nos damos cuenta de que carecemos de los instrumentos conceptuales y operativos para movernos en esa terra incognita. En los temas de la ciudad, se actualizan conflictos constitutivos como la articulación regional, la desigualdad creciente de los territorios de la pobreza –donde el confinamiento es en los barrios, porque las casas no son referencia posible–, las incertidumbres acerca del transporte público y la movilidad, la insuficiencia de los equipamientos y las infraestructuras… Por otro lado, el heroísmo del personal de la salud, inicialmente celebrado por los aplausos de los balcones de las clases medias, fue silenciado muy rápidamente por las disidencias que proyectaron sobre la pandemia problemas que se juegan en otras dimensiones. Estas cuestiones, entre otras, dejan ver una amplia gama de nuevas cuestiones que se suman a problemas estructurales que se actualizan en este singular contexto.

Las crisis no son una oportunidad, afirman los expertos de la gestión del riesgo, como Jorge Walter. Hay que hacer todo lo posible por superarla, argumentan, pero es muy probable que resolver la crisis provoque nuevas crisis, pues ponen de manifiesto problemas que existían desde antes. Paradójicamente, es preciso actuar con energía, aunque no se disponga de un diagnóstico preciso. En esa orientación, el arquitecto chileno Alejandro Aravena habla de una triple crisis, sanitaria, económica y social. Nos recuerda que las acciones necesarias para resolver cada una de las dimensiones de las crisis empujan en direcciones opuestas. Ahora bien, si, como sostiene Aravena, “las soluciones secuenciales no son posibles”, ¿cómo tomar las decisiones? Los expertos coinciden en que, de algún modo, lo que se pone en juego es la capacidad de las personas, más que a resistir, a reinventarse, pues no se trata de volver a lo anterior sino de modificar lo anterior en pos de algo mejor, en este dramático pasaje de la sociedad del riesgo a la de las crisis recurrentes…

Finalmente, este fenómeno nuevo, la pandemia y sus mil caras, muestra la diversidad de problemas estructurales que tenemos que resolver. Sus efectos no son democráticos, golpean más fuerte a los más vulnerables. Las ciudades, y las sociedades que las habitan, son cada vez más desiguales y más injustas en tanto la crisis se ocupa de hacer visible lo invisible.

¿Cómo nos recordaremos en este ciclo de pandemia? Ojalá que nos interpele y no nos encuentre distraídos…

Los expertos coinciden en que, de algún modo, lo que se pone en juego es la capacidad de las personas, más que a resistir, a reinventarse.
¹ Arquitecta (UBA). Máster en Urbanismo y Planificación Territorial (Instituto de Urbanismo de París, París XII). Magíster y doctora en Historia (UDESA). Profesora titular de grado y posgrado e investigadora del Instituto del Conurbano de la Universidad Nacional General Sarmiento (ICO-UNGS) y del Instituto de Arte Americano de la Universidad de Buenos Aires (IAA-FADU-UBA).
Fotografías: ANRed, CC by 4.0, https://www.anred.org/2020/11/30/clase-trabajadora-y-pandemia-el-principal-problema-es-que-el-avance-del-capital-se-cristalice-en-una-nueva-normalidad/ y https://www.anred.org/2020/11/09/pandemia-finaliza-en-el-amba-el-aislamiento-social-obligatorio/.