“Hoy me gusta pensar que estamos saliendo de la hibernación; aún dentro de la cueva, pero abriendo un ojo: algo de luz entra del exterior.”
La apertura progresiva de los shopping es una seña de que la economía se está reactivando.
Por Federico Beláustegui¹
A medida que va pasando el tiempo de la presente cuarentena, voy cambiando la forma en que vivo este período tan particular en todos los aspectos. El más dinámico, sin dudas, es el laboral y profesional, dentro de una pequeña empresa (dato para la estadística). Este tuvo muchas etapas: primero fue correr ante el cierre; luego, la sensación de un final, mucha incertidumbre, volver a empezar, mantenerse a flote, y ahora mirar la montaña a escalar para arriba. Mañana, no lo sé. Armo o descubro un sentido a por qué tomé algunas decisiones, y veo el impacto que tuvieron para llegar a la situación de hoy. Pienso muy poco en los miles de posibilidades que ofrece el “qué hubiera pasado si” tomaba otra decisión. Aplicaré, entonces, una economía del razonamiento basada en dos cosas: primero, pensar las decisiones de hoy ya me ocupa un tiempo, y segundo, saber que no puedo cambiar lo que pasó, y que más vale enfocarse en no repetir errores y hacer de las buenas decisiones algo frecuente.
Desde que comenzó la pandemia estuve inmerso en una montaña rusa de situaciones, ideas y visiones que se modificaban a diario, inclusive de un anuncio a otro dentro del mismo día. Siendo una empresa pequeña, uno aprende que las reglas externas son cosas dadas: uno tiene que aceptarlas y adaptarse, hay poco margen para cambiarlas porque simplemente se es un punto en el universo. Pero dentro de ese punto uno sí puede cambiar cómo tomarlas y actuar en función de ellas para vivir o morir de la mejor manera posible, o hacer que las nuevas reglas jueguen a favor. La incertidumbre que esto genera no es algo nuevo para mí; en estos años arriba de este barco aprendí a vivir con ella, y me acostumbré a empezar el día sabiendo que quizás termine de una manera inesperada. Otra gran ayuda para manejar la incertidumbre fue y es pedir consejo a los que tienen mayor experiencia y conocimiento en los temas y años vividos; una combinación que, de mínima, quita dramatismo a las situaciones y ahorra mucho tiempo de debate.
Hace una semana tuve que explicar a alguien cómo estábamos, y de forma rápida se me vino esta idea, que me gustó por lo sencilla y gráfica: imaginé a la persona jurídica hibernando. Me pareció que podía explicar la situación de hoy y lo que hemos pasado hasta ahora al mismo tiempo. Si alguien viniera a medir la situación, a guiarse estrictamente por los números y datos objetivos, vería una baja en las ventas, y por ende en la producción, y un inventario, que antes era normal, que se volvió alto de golpe, al tiempo que se generaron atrasos en las cobranzas y en los pagos, entre otras cosas. Es decir, un flujo lento de mercadería por las arterias y de pagos por las venas; pasamos a consumir reservas de todo tipo. Wikipedia dice “La hibernación es el estado de letargo en el que algunos animales se sumergen durante los meses de invierno. Durante la hibernación, el metabolismo de los animales decrece hasta un nivel muy bajo, además de tener una temperatura corporal y una frecuencia respiratoria inferior a lo normal. No hay mucho más para agregar. La naturaleza nos entrega esta forma de supervivencia; tiene una clave, la certeza de que el invierno va a terminar y vendrá la primavera, y de que luego los animales deberán salir a la vida a disfrutarla, a alimentarse y a prepararse para el próximo invierno. Hoy, 16 de septiembre de 2020, me gusta pensar que estamos saliendo de la hibernación; aún dentro de la cueva, pero abriendo un ojo: algo de luz entra del exterior. En un nivel subjetivo y particular, las personas que forman la persona jurídica pasamos por mil y una experiencias, aprendizajes y situaciones que no se pueden medir, y que tampoco quedarán registradas numéricamente. Por suerte, todos estamos inmersos en mayor o menor medida dentro de lo mismo. Esto hasta ahora generó un buen espíritu de convivencia en general entre todos los que conforman el círculo de influencia al cual pertenezco, e hizo que esta situación se haya podido transitar de una manera más o menos ordenada. Esta es mi foto; dentro de un tiempo podré armarme la película y conocer el final de este capítulo de “La vez que nos tocó la pandemia”.
