La belleza salvará al país

Nociones Corales
4 septiembre, 2020

Por Tomás Sicouly para la Fundación Tejido Urbano

“Con la pandemia vimos la desigualdad a los ojos, cuando el desafío de cumplir un decreto que parecía sencillo dejó en evidencia que no lo era: 'quedate en casa', 'lavate las manos'… ¿Cómo hacerlo si millones no tienen casa, si millones no tienen baño?”

La pobreza duele. La injusticia duele. El desistimiento duele. La irracionalidad duele. Y todos estos problemas son parte de nuestro problema estructural: ser argentino duele.

Por Tomás Sicouly¹

Ninguna realidad exógena transformará la historia de un conjunto de personas al que considero que pertenezco.

La pandemia es una realidad exógena que no responde a la especificidad de nuestra nación. Quizás sea un hito que a nivel mundial logre cambiar la historia de otros países, pero nuestra forma de cambiar el mundo es asumiendo nuestros problemas  específicos. La pandemia no va a transformar la historia del país.

Es menester aprender el arte de ensayar respuestas a problemas estructurales. No necesitamos ilusionarnos con soluciones de compromiso. Nuestro problema es estructural: la pobreza. Pertenece a todos los partidos y a todos los tiempos.

Ensayar respuestas a problemas estructurales es un arte. No supone enamorarse de la respuesta, mas sí enamorarse del problema. ¿Cómo sobrevivir enamorado de un problema que parte mi vida y mis planes? La pobreza duele. La injusticia duele. El desistimiento duele. La irracionalidad duele. Y todos estos problemas son parte de nuestro problema estructural: ser argentino duele. Por eso creo que estamos llamados al arte de ensayar nuevas respuestas a problemas estructurales y, por fidelidad a la meta, mantener vivas las preguntas.

El objeto del arte es la belleza, y el dolor es insoportable. No puedo vivir en el dolor, pero sí puedo vivir en la belleza. Creo que la belleza salvará a nuestro país. La belleza entendida como el modo en que el bien se otorga, como el camino en que descubrimos que somos buenos, que hay una verdad que nos trasciende esperando a ser vista. La verdad de que lo más bello es lo gratuito. La verdad que recogió George Steiner cuando, hablando de la educación, identificó que transmitir que la realidad es más que lo material y sensible resulta el mayor desafío de la enseñaza secundaria.

“En los primeros años de la enseñanza secundaria se desarrolla el drama más complejo de todos, el de hacer creer a un niño que los sueños existen, que, después de todo, la trascendencia es posible. Lo peor de nuestra enseñanza, de la falsa realidad que representa un realismo brutal y falaz, es que trata de menguar los sueños de un niño.”

Esta es una noción que podemos trasladar a nuestra adultez. Una persona que ejerce su profesión sin ponderar aquellos resultados que exceden la dimensión económica no se atreve a rasgar la belleza de la vida.

Un fiel compromiso con la verdad necesita hacer explícito que la ciudadanía aún no está de acuerdo con el valor intrínseco de la vida. Aquello que Miguel de Unamuno ilustró majestuosamente recurriendo a una analogía física.

“Si al comparar un cuerpo que se halle a 2 grados centígrados de temperatura con otro que no pase de 1 grado, dijera alguno que el primero tiene doble calor que el segundo, cometería un error tan grosero que apenas hay bachiller español que en él caiga.

El error procedería de tomar como punto absoluto de comparación, cual si fuese el indicador de absoluta carencia de movimiento íntimo molecular calorífico, el cero de la escala termométrica, que no pasa de ser indicadora de la temperatura de congelación del agua.

Se ha determinado con alguna precisión el que se llama el cero absoluto, o sea aquel punto, inasequible en la realidad, que es el límite del descenso en temperatura, allí donde cesa todo movimiento calorífico, y que es a los 272 grados bajo cero del termómetro centígrado. Tomando este cual punto de comparación, resulta que los cuerpos respectivamente de 1 y 2 grados se hallan a 273 y 274 sobre el cero absoluto. Y, desde luego, se ve la diferencia enorme que hay de compararlos tomando por punto de partida el cero de la escala o el cero absoluto.”

Si como sociedad de verdad creyéramos que la vida de todas las personas tiene el mismo valor, erradicaríamos el uso del miedo como recurso para el control social. Tendríamos la humildad para escuchar lo que tengo para aprender del otro, ya sea rico o pobre, o que ejerza su profesión desde el sector público, desde el sector privado o desde el tercer sector. Apostaríamos a la libertad que necesita la búsqueda individual de la vida cargada de propósito de cada miembro de nuestra nación.

No es cuestión de caer en puros romanticismos. Así como existe la búsqueda del bien, tambien existe la búsqueda del mal. Pero creo que el poder transformador del bien crece de modo exponencial. Para llegar a ser una gran nación no podemos construir viendo a la persona desde su menor posibilidad de ser. Extrapolando la sabiduría de San Juan de la Cruz, necesitamos coraje para apostar por la libertad de los argentinos, a fin de que todos juntos construyamos el país que no conocemos.

“Para venir a lo que no sabes,
has de ir por donde no sabes.”

Con la pandemia vimos la desigualdad a los ojos, cuando el desafío de cumplir un decreto que parecía sencillo dejó en evidencia que no lo era: “quedate en casa”, “lavate las manos”… ¿Cómo hacerlo si millones no tienen casa, si millones no tienen baño? Es el primer paso.

Ahora veo el desafío: sostener esa tensión. No resolverla. Mantenerla viva, irresuelta, incómoda, para desafiar lo que hacemos todos los días y ponerlo al servicio de esta realidad que anhelamos transformar.

Nuestro problema es estructural: la pobreza. Pertenece a todos los partidos y a todos los tiempos.
¹ Ingeniero Industrial. Trabajó en Oracle, Tenaris y Mercado Libre. Actualmente se desempeña en el GCBA, en obras de infraestructura en Barrio Padre Carlos Mugica (Villa 31). Fundador de Módulo Sanitario. Presidente de la Fundación Horizonte de Máxima.
Fotografías: Cortesía Módulo Sanitario y cortesía del autor.