Lo único que vino de afuera fue el virus

Nociones Corales
18 junio, 2020

Por P. Hernán Martín para la Fundación Tejido Urbano

"La política argentina ha venido logrando presentar muchos fracasos como triunfos, y subirse a los parches para mostrarlos como planes estratégicos."

Muchas veces las acciones tardías y poco efectivas de los políticos son presentados como grandes éxitos.

Por P. Hernán Martín¹

La vergonzosa realidad que quedó a la vista de todos ya estaba, hace décadas, en nuestra tierra. No vino de afuera, fue engendrada acá… industria nacional. Derechos que funcionan de modo excluyente no son derechos, sino privilegios. Así funciona el acceso a la salud, a la justicia, a la alimentación, a la educación de calidad, al trabajo, al deporte, al esparcimiento. Estos derechos no están al alcance de todos, y nos habituamos a que así fuera. Acostumbrados a carencias y derechos inaccesibles, por décadas, quedamos con el alma conforme… satisfecha, adaptados a la marginación, porque se convenció al pueblo que eso era normal. Cuando grupos humanos se quedan al margen, resignados a ello se arman la carpa en las márgenes, y se encarna ahí la vida. La marginación adquiere la categoría de cultura. Esto deja ver dos grandes verdades:

1: el ser humano siempre hace cultura, aun en la marginalidad.

2: los proyectos de la política nacional no hacen más que fracasar.

Quienes van accediendo a administrar el Estado para asegurar el bien común del pueblo de la nación, no lo han estado logrando… hace varias décadas ya. Sin embargo, no hay reconocimiento alguno de los fracasos por parte de quienes los han artesanalmente construido. Siempre se recurre al argumento de la culpabilidad de los anteriores y sus políticas. Incluso se culpa a los anteriores aunque hayan salido de sus mismas filas.

Teniendo tierra de sobra, seguimos amontonando y hacinando familias en espacios infrahumanos, y hay gente a la que no le pertenece ni un metro cuadrado. Teniendo la suficiente cantidad de alimentos para todos los habitantes del país, no logramos frenar el hambre y sigue habiendo muertes por su causa. Con la comprobada capacidad intelectual y creativa de nuestra población, los recursos naturales propios, la potencialidad tecnológica y científica altamente demostrada, y todo lo que se podría listar, sin faltar a la verdad, llevamos décadas descendiendo de todos los escalones de índices regionales y mundiales referidos a educación, transparencia, economía, producción, etcétera. El problema no es una mala imagen en el mundo o un puesto en las estadísticas internacionales… ¿a quién le importaría eso si en nuestra patria lográramos el bienestar, la paz y el desarrollo, a través del acceso garantizado a todos los derechos para todos los ciudadanos? Pero mientras nos seguimos adaptando resilientemente a la carencia, y los proyectos políticos siguen fracasando, el tiempo no detiene su andar. Y la marginalidad sigue engrosando sus raíces.

Se conforma un escenario ideal para que quienes llegan al poder observen la resignación ante la carencia estructural, y con eslóganes y teorías milimétricamente diseñadas –relatos elocuentes que todo lo explican y describen– se embanderan en causas épicas y luchas ideológicas, se adueñan de reclamos históricos y genuinos del pueblo, y así avanzan inescrupulosamente con planes y proyectos que parecen habilitarlos a dejar de lado no pocas veces la ley, la Constitución Nacional, el sentido común, con tal de alcanzar sus objetivos personales o de clan… nunca los del pueblo de la nación.

La política argentina ha venido logrando presentar muchos fracasos como triunfos, y subirse a los parches para mostrarlos como planes estratégicos. Un ejemplo de esto es que tengamos que sacar tráileres adaptados como consultorios médicos para revisar, vacunar y curar caries. La foto dice “qué gran acción social garantizando derechos”, pero la película revela que vienen faltando hospitales, centros médicos y consultorios para asegurar el derecho humano básico a la salud. Otro ejemplo claro son los punteros, o candidatos o ya funcionarios, desplegando toda su benevolencia en los asentamientos del conurbano. Ahí están “regalando” los postes con cableado eléctrico a miles de familias sin luz, o “mandando” las máquinas municipales para tirar escombros que impidan empantanarse en el barro de las supuestas calles del “barrio popular”, o “articulando” con los trabajadores de cooperativas para cavar zanjas donde vayan los desechos líquidos de las casas… podrían enumerarse varias “caridades” más.

Todo lo mencionado puede leerse como solidaridad hacia los pobladores carenciados. Pero también puede desenmascararse la injusta práctica histórica partidista de acarrear gente necesitada con la promesa de la tierra propia, metiéndola a terrenos muchas veces privados, otras tantas fiscales, pero siempre inadecuados para el digno desarrollo de la vida familiar en la sociedad del siglo XXI. Primero los acarrean y amontonan, habilitando áreas que no podrían ser ocupadas sin la venia de los funcionarios de turno, para luego salir de las sombras y aparecer como Hermanitas de la Caridad otorgando derechos humanos inalienables. ¿Es que no puede el Estado, administrado por actores políticos, preparar primero los terrenos con los servicios básicos necesarios, y luego adjudicarlos a las familias necesitadas?

Si a esta precaria realidad, construida a pulso por décadas, le aplicamos un simple conteo estadístico, o el clásico censo poblacional, podríamos demostrarle a cualquiera, sin necesidad de relato alguno, el fracaso estructural de las estrategias político-socio-económico-laborales argentinas de, por lo menos, los últimos 50 años.

Y en contraste con esto, salvo honrosas excepciones, los funcionarios públicos siempre hicieron crecer su capital, muchísimas veces multiplicándolo mágicamente. Pues a estos barrios populares, hacinados y carentes de lo básico para la vida digna, les ha llegado también el COVID-19. Y el Estado ha invertido unas buenas sumas de dinero en propaganda diciendo que se cuiden, que se queden en casa y que se laven muy bien las manos.

Al asentamiento más grande de mi territorio, el sistema de salud estatal llegó a testear algunos casos el día número 83 del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (o “cuarentena”). Si miro la foto, agradezco. Si miro la película, confirmo todo mi diagnóstico.

En la localidad de Don Orione, Partido de Almirante Brown, en el conurbano bonaerense, el sistema de salud estatal llegó a testear algunos casos hasta el día 83 del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio.
¹ Obra Don Orione.
Fotografías: Prensa GCBA, CC by Atribución 2.5 Argentina: https://www.buenosaires.gob.ar/desarrollohumanoyhabitat/noticias/coronavirus-barrios-vulnerables-villas-buenos-aires-refuerzo-alimentario-desinfeccion-cuidado-de-adultos; y ANRed, CC by 4.0, https://www.anred.org/2013/03/01/esto-es-producto-de-todos-los-gobiernos-que-pasaron/