Organización y participación: ¿antídoto utópico para un mundo distópico que intenta achatar la curva?

Nociones Corales
18 septiembre, 2020

Por Martín Motta para la Fundación Tejido Urbano

“Estos dos elementos (la organización y participación comunitaria) interpelan a los Estados que continúan produciendo acciones focalizadas y desarticuladas, como si los problemas actuales no fuesen complejos.”

Encuentro con vecinos del Barrio Soldati.

Por Martín Motta¹

El hombre ha venido creando objetos y elaboraciones cada vez más difíciles de pensar y explicar. Las ciudades son el objeto rizomático de mayor complejidad y diversidad, en el cual se concentran gran parte de los recursos económicos y socioculturales de nuestro contexto capitalista. En ellas se desarrollan actividades de las más variadas y complejas, las cuales, junto a las condiciones socioespaciales y socioculturales, permiten aumentar los niveles de “calidad de vida”. En este sentido, vivir en la ciudad pareciera ser un medio para acceder a los beneficios del sistema globalizado capitalista. Sin embargo, estos beneficios frecuentemente no reflejan un acceso a derechos básicos por parte del conjunto de la población urbana.

Hoy las ciudades se encuentran golpeadas, aunque esto no ocurre por primera vez. Los problemas siguen siendo los mismos, aunque exponencialmente agudizados. En los últimos tiempos, varios textos y artículos nos recuerdan las diferentes pandemias que azotaron al mundo y las consecuencias que tuvieron las ciudades ante las crisis desatadas a raíz de las mismas. Los problemas estructurales nunca lograron “achatar su curva”; por el contrario, vienen creciendo exponencialmente todos los días en diferentes regiones del mundo (Latinoamérica, África y el Sudeste Asiático son las más afectadas). Esta pandemia es diferente a las anteriormente conocidas, y las consecuencias que pueda tener seguramente serán distintas.

Proyectar escenarios futuros se ha vuelto una moda de estos tiempos de coronavirus. Desde los más apocalípticos a los más esperanzadores, los dilemas parecen gobernar las propuestas: Estado de Bienestar o Estado facilitador; compacidad o extensión territorial; abordaje de abajo hacia arriba (bottom up) o de arriba hacia abajo (top down); producción social o producción capitalista de la ciudad; emisión o reducción de efectos ambientales, y segregación o integración urbana, entre otros. Reflexionar acerca del contexto de pandemia y su desenlace habitando este presente de realidad trágica nos posiciona en una incertidumbre respecto a las posibles certezas que podamos encontrar sobre dichos dilemas. Sin embargo, la realidad demuestra (principalmente en Latinoamérica) que para cambiar el proceso histórico de conformación de ciudades desiguales y sus efectos debemos: modificar el esquema focalizado y reducido de acción del Estado; promover el acceso justo a la ciudad; fortalecer el rol de los pobladores y las organizaciones de base en la construcción democrática de la ciudad; desarrollar energías alternativas y acciones amigables con el ambiente, y, fundamentalmente, revertir la desigualdad territorial a partir del cumplimiento del derecho a la ciudad.

El capitalismo ha utilizado históricamente las crisis para potenciarse y perfeccionar su estrategia de acumulación. Las consecuencias de la cada vez mayor concentración y acumulación han sido el aumento de la desigualdad y la reproducción de una cultura occidental consumista e individualista. Nada haría pensar que los problemas estructurales que gobiernan nuestras ciudades actualmente puedan revertirse a raíz de esta crisis. El contexto que haría posible dicho escenario involucra a diferentes niveles de intervención (partiendo de la escala global) y estrategias (ambientales, sociales, económicas, culturales, etcétera), sin los cuales los problemas estructurales del hábitat y la vivienda en el mundo continuarán profundizando su desgarradora condición histórica: la reproducción de asentamientos con las menores condiciones de habitabilidad posibles en ciudades cada vez más desiguales.

La otra cara de esta realidad se refleja en elementos que combinados vienen demostrando ser parte importante del mejor antídoto contra la pandemia de la urbanización capitalista (la principal causa de otras pandemias): organización comunitaria y participación comunitaria. Estos dos elementos (normalmente incluidos en las políticas urbanas con gran liviandad) interpelan a los Estados que continúan produciendo acciones focalizadas y desarticuladas, como si los problemas actuales no fuesen complejos.

Los pobladores de asentamientos de todo el mundo (casi la mitad de la población mundial) históricamente han reaccionado ante contextos adversos con altos niveles de organización, la cual les ha permitido desarrollar y promover estrategias innovadoras para producir y reproducir ciudad. El entramado social sustantivamente “resiliente” en asentamientos populares de todo el mundo reacciona a escala global para revertir parte de los problemas que enfrentan millones de habitantes para acceder a la ciudad. La participación, en su sentido político y cultural, es el instrumento que en ese contexto de organización ha demostrado siempre las oportunidades que genera tomar decisiones conjuntamente, desde la diversidad de situaciones y en el marco de un diálogo complementario y reformista.

El contexto actual nos convoca a revisar nuestras estrategias de democracia y a pensar en diferentes alternativas sustanciales. La organización y participación comunitaria en este escenario es imprescindible si queremos lograr modificar nuestras democracias con un enfoque participativo y que incluya a todos y todas en la planificación de las ciudades.  Por ello, en este contexto, una democracia participativa y global, construida a partir de la organización y participación comunitaria, resulta una utopía en un mundo distópico, sin dejar de ser una solución posible para construir ciudades más resilientes y equitativas.

La otra cara de esta realidad se refleja en elementos que combinados vienen demostrando ser parte importante del mejor antídoto contra la pandemia de la urbanización capitalista: organización comunitaria y participación comunitaria.
¹ Arquitecto (UNNE), especialista en Planificación Urbana y Regional y doctor en Urbanismo (UBA). Docente de grado (UBA, UNLAM y UTDT) y posgrado (UBA y UNC). Investigador en urbanismo, hábitat y vivienda (+IDLab-FADU-UBA y CEUR-CONICET). Director académico de la Fundación Tejido Urbano.
Fotografías: Fundación Tejido Urbano y ANRed, CC by 4.0, https://www.anred.org/2020/07/08/organizaciones-cuidando-lanus-en-tiempos-de-cuarentena-por-covid-19/.