Reseteo

Nociones Corales
30 julio, 2020

Por Juan Cereda para la Fundación Tejido Urbano

“Muchos países y otros tantos ciudadanos que habitan transversalmente en el planeta disfrutaron falsamente, en mayor o menor medida, de una situación irreal que no va a existir más.”

Importantes transformaciones en lo social, la salud, la educación, la vivienda, el transporte, la economía, el ambiente físico y todos los aspectos inherentes a una sociedad harán crujir nuestras vidas.

Por Juan Cereda¹

Pasó lo que todos sabíamos y esperábamos; algunos de modo consciente y otros de modos más sutiles intuían que algo no andaba bien.

Pero lo que andaba mal no era, como la mainstream media habla, la “creciente desigualdad”, ni los problemas en los países llamados “pobres”, ya que nunca en la historia de la humanidad hubo más bienestar para la mayor cantidad de población del planeta que en el día de hoy. Lo que estaba mal era el alto e inexplicable estándar de un grupo llamado falsamente “clase media”, técnicamente ABC1 o AB; la real definición de lo que es un país o sociedad “pobre”; el modo de generar riqueza, y qué agrega valor real a un ecosistema global –y cómo se lleva esto a cabo–.

Los argentinos, cuándo no, hemos sido unos adelantados, y podemos explicar a todo el mundo qué es lo que está pasando hoy desde lo empírico. El mundo vivió desde 1971 lo mismo que nosotros durante la década del 90, una ilusión; la ilusión de tener una moneda fuerte, la creencia de ser un país del primer mundo, la vivencia excedida de jugar al básquet en un club con piso de baldosas, pero poder viajar con todos los chicos a ver la NBA y a Disney, o pasar de las Topper Tenis blancas para ir al boliche a tener tres pares de Nike. El consumo fue excesivo, la inversión para sostener el estándar fue nula, la planificación inexistente, y hasta sucedió –lo más paradójico– que un jubilado cobrara en dólares cuando produjo toda su vida en una moneda sin ningún valor.

Europa, Japón y el resto del G7 son un pedazo de piedra sin ningún tipo de riqueza ni forma de aplicar valor a la economía real, y siempre ha sido igual; no es casual que portugueses, holandeses o españoles hayan tenido que salir a vaciar las riquezas de países más lejanos para tener un mejor estándar de vida, ni es casual que la pizza, un poco de harina y agua al fuego con algo arriba para llenar la panza, sea el plato típico de Italia. Ni qué hablar de otros países más pequeños que han tratado de controlar variables globales para mantener su cuota de bienestar aun sin nada para aportar a la economía real.

Muchos países y otros tantos ciudadanos que habitan transversalmente en el planeta disfrutaron falsamente, en mayor o menor medida, de una situación irreal que no va a existir más.

¿Cómo no te iba a llamar la atención que un jugador de fútbol pasó a partir del año 90, movilizado desde la Premier League, a absorber todo el flujo excedente de dinero sucio manejado durante la Guerra Fría, necesitado de una nueva mascarada? ¿No te llamó la atención que la deuda global sea más del 500% del PBI global? Ningún país debe más del 200%, así que contame o preguntale a cualquier alumno de quinto grado cómo se llega a promediar 500%. Pero yo te lo explico fácil: se llaman empresas transnacionales, como por ejemplo el Deutsche Bank, que no es ningún país realmente, pero que debe entre 800 y 1.000 veces el PBI de Europa, depende qué consultora lo mida. ¿Considerás razonable que, para los nuevos profetas, mejor conocidos como economistas, el hecho de construir una casa aporta lo mismo al PBI que demolerla? Y podríamos seguir con ejemplos muy obvios por días.

Por eso tranquilos, a esto que está pasando en 1966 el Houston Institute lo definió como “Gestión de la Paz”. En pocas palabras, estos eventos están diseñados para reemplazar a las guerras globales, pero ¿por qué? Lo obvio sería porque una gran guerra en la actualidad constituiría un riesgo para cualquiera y no solo para los soldados, pero fundamentalmente es porque la guerra, lejos de ser lo que los sentidos perciben, conforma en sí misma la base principal de la organización sobre la cual todas las sociedades modernas se asientan.

Los que vienen son cambios importantes, pero me gustan; tal vez porque los esperaba desde hace unos 15 años, o quizás por mi pragmatismo. El reset y la vuelta a la economía real tienen un atraso de al menos ocho años, ya que los poderes que la sostenían son fuertes y siguen tirando manotazos.

Importantes transformaciones en lo social, la salud, la educación, la vivienda, el transporte, la economía, el ambiente físico y todos los aspectos inherentes a una sociedad harán crujir nuestras vidas. Los cambios son eso, cambios; un día está el Muro de Berlín y al otro día ya no. Lo mismo va a pasar con muchas cosas, y la única variable en común para visualizarlos es pensar y volver a lo real; y un poco más adelante, después de un par de eventos con las mismas connotaciones de temor y cohesión global, habrá un lento camino hacia lo normal o natural.

Mis amigos, ni bueno ni malo: solo es el inicio de un gran cambio irresistible e inapelable.

Muchos países y otros tantos ciudadanos que habitan transversalmente en el planeta disfrutaron falsamente, en mayor o menor medida, de una situación irreal que no va a existir más.
¹ Hong Kong trader.
Fotografías: KaosEnLaRed, CC by 4.0, https://kaosenlared.net/una-lectura-ecosocialista-desde-argentina/; y https://kaosenlared.net/wp-content/uploads/2020/05/17-ma-crisis-financiera-default-644×362-1.jpg