Solidaridad en tiempos de pandemia

Nociones Corales
14 septiembre, 2020

Por Victoria Guglielmi para la Fundación Tejido Urbano

“Quienes transitan la pobreza viven en la tensión e incertidumbre que genera la falta de certezas, el temido 'no saber'… No saber si podrán comer, no saber si tendrán algún ingreso, no saber cómo aislar a una persona mayor en un ambiente hacinado, no saber qué pasará si los testean y dan positivo, no saber si perderán todo al ser internados; y la lista sigue.”

Esta realidad gris, enmarañada en respuestas negativas, encuentra una luz en la acción de mucha gente que, sin esperar nada a cambio, se ocupa cada día de brindar a los más necesitados una certeza: comida.

Por Victoria Guglielmi¹

El contexto actual de pandemia por COVID-19 –con casi 180 días de cuarentena en la ciudad de Buenos Aires– nos encuentra a muchos de nosotros en la seguridad de nuestro cómodo y agradable hogar, con la heladera colmada de opciones nutritivas, con ingresos dignos a fin de mes y con nuestros hijos escolarizados en forma virtual. Contamos también con la certeza de que, si nos tocara un temido positivo que requiriese internación, alguna buena clínica privada nos albergaría por unos días con la mejor atención médica. Esa contención y seguridad casi absolutas, por estos días, no es para muchos.

Quienes transitan la pobreza viven en la tensión e incertidumbre que genera la falta de certezas, el temido “no saber”… No saber si podrán comer, no saber si tendrán algún ingreso, no saber cómo aislar a una persona mayor en un ambiente hacinado, no saber qué pasará si los testean y dan positivo, no saber si perderán todo al ser internados; y la lista sigue.

Y que no se les ocurra padecer otra afección, porque el sistema de salud los atenderá si, y solo si, hubiera riesgo de vida. Una cirugía de vesícula, por ejemplo, resulta un privilegio por estos días. Si sos pobre y dependés de la salud pública, tendrás que aprender a convivir con el dolor agudo hasta que la pandemia pase, porque solo se realizarán cirugías de emergencia.

Esta realidad gris, enmarañada en respuestas negativas, encuentra una luz en la acción de mucha gente que, sin esperar nada a cambio, se ocupa cada día de brindar a los más necesitados una certeza: comida.

Los comedores comunitarios se destacan por la solidaridad, la generosidad y la buena voluntad de su gente, que encuentra eco en la satisfacción de saber que hoy, gracias a ellos, familias enteras podrán dormir bien porque fueron alimentadas dignamente.

Estos valores exceden lo que la mayoría de los que tenemos certezas desde la comodidad de nuestras seguridades podríamos siquiera imaginar. ¿Será porque ellos saben lo que significa “no saber”? ¿Será porque han padecido tanto estas carencias, aunque sea como espectadores cercanos? Algo de eso hay, seguramente.

Según estimaciones del Movimiento Evita, Barrios de Pie y La Poderosa –organizaciones con amplia presencia en el territorio–, la cantidad de raciones entregadas en comedores y merenderos de la Ciudad se triplicó desde el comienzo de la cuarentena. Y si bien la ayuda estatal se incrementó, en general no dan abasto para cubrir la demanda.²

El Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat porteño distribuye alimentos en 471 comedores oficiales. No se publican datos sobre comedores “no oficiales”, pero las mismas organizaciones sociales han hecho sus estimaciones, afirmando que en la ciudad de Buenos Aires funcionan aproximadamente 4.000 comedores en total, entre oficiales y no oficiales.

Los comedores no oficiales nacieron y funcionan en la informalidad, sin personería jurídica; esta les abriría puertas hacia aportes oficiales y privados. Se financian haciendo “vaquitas” entre los vecinos que más tienen y recibiendo ayuda de otros comedores o de la Iglesia del barrio. Algunos de ellos cuentan también con la ayuda desinteresada de particulares que, motivados por el afán de colaborar con los que menos tienen, realizan generosos aportes que no les brindarán ningún beneficio más que la satisfacción de saber que están haciendo algo muy bueno. Porque pueden y porque quieren hacerlo, a conciencia.

Ciertas empresas también colaboran con comedores informales mediante aportes en especie. Se trata de productos que, de otra forma, irían a destrucción, y no requieren de la emisión de un recibo.

Realmente es milagroso lo que hacen los comedores informales para alimentar a tanta gente. Si tomamos el ejemplo del comedor El Progreso, en el barrio La Carbonilla, ubicado en La Paternal, su presupuesto mensual para dar de cenar a 300 personas es de $57.900. Esto implica la módica suma de $6,40 por cada ración, por persona.

La labor diaria de un comedor abarca mucho más que solo cocinar. Se trata de planificar menús nutritivos -con lo que haya-, calcular cantidades, organizar voluntarios, establecer cronogramas, conseguir fondos, buscar precios, negociar, hacer compras y canjear insumos con otros comedores, por nombrar los grandes pilares de la previa.

Luego de cocinar, cuando llega la hora de comer, es necesario organizar el proceso de entrega a tanta gente, que pacientemente hace una fila para sacar número o solo para seguir el orden de llegada, en forma prolija, con distancia social y tapaboca, porque cuidarse y cuidar a los otros es la premisa.

Es importante destacar también que todos estos comedores –o su mayoría, al menos– son coordinados por mujeres. El rol de la mujer en ámbitos de pobreza tiene un protagonismo pocas veces visto en otros espacios de gestión, como el empresarial o la función pública. Para pensarlo, también.

Y así la rueda va girando, día a día, comida a comida. Y así continuará por largo tiempo, mientras sigamos padeciendo políticas públicas cortoplacistas, que solo ponen parches a la diaria y se alimentan de corrupción.

Realmente es milagroso lo que hacen los comedores informales para alimentar a tanta gente.
¹ Colaboradora Fundación Tejido Urbano.
² https://www.ambito.com/informacion-general/alimentos/se-triplico-la-cantidad-raciones-que-se-preparan-comedores-del-area-metropolitana-buenos-aires-n5098614
Fotografías: ANRed, CC by 4.0, https://www.anred.org/2020/04/01/radiografia-de-comedores-se-complejiza-la-situacion-en-los-barrios-populares/ y https://www.anred.org/2020/09/02/ollas-populares-y-cortes-de-ruta-en-todo-el-pais-por-mercaderia-para-comedores-y-aumento-salarial/.