Trabajo líquido

Nociones Corales
23 junio, 2020

Por Verónica Pinto para la Fundación Tejido Urbano

"El mercado laboral se está transformando de manera considerable, afianzando la economía colaborativa y redefiniendo las características de las posiciones de trabajo."

Ante la obligación de quedarse en casa, el teletrabajo se ha convertido en un modelo que puede haber venido para quedarse.

Por Verónica Pinto¹

Salió corriendo para la oficina, pasó por Starbucks y pidió el Vainilla Latte de siempre, entró al subte D a los empujones. Su café quedó atorado entre la chaqueta de ese elegante caballero serio y observador y los cabellos suaves de esa joven estudiante risueña que no paraba de reírse con Tik Tok. Casi se pasa. 9 de Julio. Corriendo entró a la empresa de diseño, se olvidó su tarjeta de fichada en la cartera negra –lo recordó al ver sus botas color habano que lucían más con la mochila al tono–, tuvo que mandar un mail a Recursos Humanos para avisar el olvido, solo le bastó el viaje en ascensor hasta el 8vo. para hacerlo. Entro a la reunión justo a tiempo para conectar su notebook y comenzar la presentación. Ese día pasó rapidísimo, de reunión en reunión, comiendo una ensalada césar de Green Eat en el escritorio, en un hueco de agenda de 10 minutos. Cuando llegó a casa se dio una ducha y bajó del freezer las empanadas que calentó y que le sirvieron de compañía para ver, ya en la cama, su serie de Netflix; capítulo 8 de la temporada 2 –ya lo empezó 4 veces, siempre se duerme en el mismo momento–. Cuando despertó por la mañana saltó de la cama, salió corriendo de casa; algo pasaba, no había autos, no había colectivos ni subtes ni trenes, los negocios cerrados. En Starbucks un cartel anunciaba: el café a un solo clic de distancia. #quedateencasa. Miró su Outlook; todas las reuniones rezaban en el asunto “entrar a una reunión de Zoom”. Su cabeza giraba y giraba sin entender, y despertó de la angustiosa pesadilla.

No es una pesadilla. Podemos buscar en Wikipedia “Cuarentena en Argentina 2020”: cuarentena por la pandemia de coronavirus en Argentina, cuya denominación oficial es Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO), que se declaró a nivel nacional por decisión del Gobierno de la República Argentina, y que nos invita a reflexionar sobre el impacto del Coronavirus en las nuevas modalidades laborales.

La crisis producida por el coronavirus abre la puerta a nuevos modelos de prevención de riesgos y a la extensión del teletrabajo, pero también implica grandes desafíos, como reducir la brecha digital, reconocer profesiones hasta ahora infravaloradas, y potenciar el diálogo social para emprender reformas. Modifica nuestro mundo con nuevos modelos sociales, adaptando las necesidades de la economía con novedosos encuadres laborales. Cambia nuestro hábitat; protocolos y pautas de distanciamiento físico, trabajo remoto, menor movilidad por reuniones y viajes, mayor incidencia del trabajo freelance y del trabajo por objetivos: estos serán algunos de los principales cambios emergentes.

De acuerdo con los expertos laboralistas, en estas últimas semanas se han puesto en marcha ciertos instrumentos para hacer frente a los efectos del COVID-19 en el tejido productivo. 

El primero es el teletrabajo: estamos ante el inicio de un modelo que vino para quedarse, y es una de las primeras medidas adoptadas por las empresas para garantizar la salud de los trabajadores y el mantenimiento de la actividad.  Es una modalidad ampliamente reclamada en el pasado para lograr la conciliación familiar y flexibilidad en los horarios laborales.

La segunda es “la nube” (cloud): de igual manera, y definitivamente, ha llegado para quedarse. Comprende el desarrollo de aplicaciones –todas las necesarias para la productividad– que permiten a las empresas tener deslocalizados sus recursos, a fin de mantener el ritmo de su negocio de manera efectiva y sencilla.

La tercera, la reducción de la afluencia masiva de la gente a las ciudades.

Por último, la cuarta, la gig economy: es así como se denomina la nueva economía del trabajo móvil, remoto, a demanda e independiente. Un sistema que se caracteriza por la temporalidad de los trabajos de quienes la forman, a quienes se los contrata por tareas o proyectos.

El COVID-19, como catalizador, aceleró la gig economy, incrementando las posiciones de trabajo temporales y fomentando que las organizaciones hagan contratos de trabajo a corto plazo con trabajadores autónomos. Regida por tres principios, flexibilidad, temporalidad y deslocalización, para muchos la digitalización de la economía y estas nuevas formas de trabajo son una manifestación de progreso y libertad de elección; sin embargo, para otros no es más que precariedad laboral en su versión 2.0.

La crisis del coronavirus va a cambiar muchos parámetros vitales. Es decir, no solo transformará la realidad mientras la sufrimos, sino que, y esto lo más importante, se producirá un cambio de paradigma en muchos órdenes de nuestras vidas. Menos presencialidad, mayores posibilidades de trabajo remoto y la consolidación de la gestión por objetivos: el mundo del trabajo post COVID-19 ofrecerá mayores posibilidades para formatos y experiencias de trabajo más flexibles y la inclusión de los freelancers como parte del pool de talento de las organizaciones.

Sin embargo, la gig economy saca a la luz la creciente mercantilización, precarización y fragmentación del trabajo, trasladando costos de la “empresa” al “trabajador”. Una situación invisible para los usuarios de estas aplicaciones, quienes, obviamente, valoran los bajos precios, la rapidez y la disponibilidad permanente de estos servicios. El sistema es cuestionado, pero su promesa es muy atractiva bajo la idea engañosa de trabajo “independiente”. Hay defensores y detractores. Los defensores consideran que estas aplicaciones ofrecen la libertad de trabajar sin horarios, pudiendo complementar fácilmente ingresos de manera autónoma. Todo descansa en el esfuerzo y la disposición a trabajar. Para los detractores, la gig economy se instaura silenciosamente como una continuación digital del modelo capitalista neoliberal, reproduciendo la precarización del trabajo a través de formas cada vez más sofisticadas e invisibles. Estamos ante extensas jornadas de trabajo para quienes quieren conseguir un sueldo digno; suponen que no existe límite para ello. Esto suena bien mientras los trabajadores no estén expuestos a las múltiples contingencias de la vida cotidiana y cuenten con buena salud; pero si enferman o tienen un accidente, simplemente no generan ingresos, y pueden ser “desactivados” de la plataforma por inactividad.

Estos modelos solo funcionan en un entorno de escasez, cuando mucha mano de obra está dispuesta a trabajar a cambio de muy poco. Quizá sea la gig economy la estrella del futuro, pero no suena muy bien.

El mercado laboral se está transformando de manera considerable, afianzando la economía colaborativa y redefiniendo las características de las posiciones de trabajo. Por último, un dato arrollador: el informe Talent Trends Report 2019 de Randstad indica que el 85% de los trabajos de 2030 todavía no se han inventado.

Estos cambios generan oportunidades para muchos trabajadores, pero también son una fuente de riesgo para otros; no solo por la posibilidad de perder el empleo, sino por la transformación que están sufriendo los mismos y el giro que se está produciendo en la relación entre empleador y trabajador en las economías desarrolladas.

Algo tendremos que desaprender con la crisis del COVID-19. A su vez, deberemos aprender nuevas maneras de relacionarnos con el trabajo. Me gustaría poder contarles algún día que, finalmente, ella terminó el capítulo 8 de la temporada 2.

La gig economy saca a la luz la creciente mercantilización, precarización y fragmentación del trabajo, trasladando costos de la “empresa” al “trabajador”.
¹ Psicóloga, recibida en la Universidad de Buenos Aires, especialista en culturas organizacionales y recursos humanos. Se desempeña en gestión del talento dentro del ámbito empresarial.
Fotografías: Noticias Políticas: https://noticiaspoliticas.com.ar/articulo.asp?id=39756; y Ted McGrath, CC BY-NC-SA 2.0, https://www.flickr.com/photos/time-to-look/49864080006