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Nociones Corales
11 noviembre, 2020

Por Silvina Bonafont para la Fundación Tejido Urbano

“Cuando la pandemia culmine, cada uno deberá evaluar qué desea conservar de esta nueva realidad; podrá poner en valor todo aquello que extrañó, cada actitud que lo hizo sentir mejor, ese gesto o acción que desea incorporar a su vida.”

Familias que han desempolvado sus bicicletas y se reencontraron no solo con el hábito saludable de pedalear, sino también con lo gratificante de pedalear con buena compañía.

Por Silvina Bonafont¹

Todos hablamos de lo perjudicial que es el COVID-19; no hay duda de que es algo que nos pone en riesgo y que debemos cuidarnos, pero me surge una pregunta: ¿podemos rescatar algo positivo de este mal momento que estamos atravesando?

Entonces me vienen a la mente imágenes de la Villa Jardín, lugar en el que decido trabajar hace bastante. Cierro los ojos y veo a las personas aunadas con el objetivo de alcanzarles a los vecinos que atraviesan la enfermedad alimentos, ya que no tienen familia cerca que les haga las compras; las ollas populares dando respuesta a personas que en este contexto no tienen la posibilidad de llevar el alimento a sus hogares; comunidades que se han conformado a través de eso que los une o través de eso que les falta, algunos ayudando a otros y otros ayudándose a través de sus actos, protegiendo su salud mental.

Personas que han buscado conectarse a través de la tecnología para apaciguar la angustia, participando de charlas y capacitaciones virtuales, sumando conocimientos a su acervo cultural; muchas personas que dejaron el supermercado de lado y comenzaron a comprar al almacenero del barrio, y se dieron cuenta de que se sentían mejor colaborando con su compra a que ese comerciante no cerrara sus puertas.

La comunidad unida por diferentes intereses; los que se conectan con la naturaleza y encontraron el tiempo para aprender a hacer compost y ver que sus desechos orgánicos se convierten en tierra fértil –fértil para plantar, fértil para pensar, fértil para conectar con otros que disfrutan de lo mismo–; familias que han desempolvado sus bicicletas y se reencontraron no solo con el hábito saludable de pedalear, sino también con lo gratificante de pedalear con buena compañía.

El descubrimiento, para muchos, de que se puede trabajar desde casa, incluso más que en la oficina.

Otros descubrieron sus potencialidades, que pueden vivir de su arte y ser emprendedores, manejar sus tiempos –algo tan valioso en esta era– y ser sus propios jefes, vinculándose a través de plataformas de emprendedores, para ampliar sus ventas, y para no sentirse solos y aumentar la confianza en sí mismos.

Esta situación de incertidumbre ha dejado al descubierto carencias de todo tipo; muchísimas personas han encontrado a través de comunidades de intereses la posibilidad de generar lazos más allá de la presencialidad, descubriendo determinadas motiviaciones, despertando deseos, e identificándose con grupos con los que comparten gustos sin conocerse, lo cual ha sido el motor que ha funcionado como sostén psicoso- cial haciendo más fácil el aislamiento.

Luego de la pandemia quedará la difícil decisión de conservar, o no, de este contexto eso que nos hizo sentir mejor… ¡sosteniendo a otros, o siendo sostenidos!

Nada será igual. Muchos ya no querremos trabajar tantas horas; algunos, a través de estos espacios de pertenencia que han encontrado, serán la inspiración para seguir proyectando nuevas acciones colectivas, atravesadas por el fortalecimiento del lazo social y siendo el puntapié inicial para nuevos proyectos.

Cuando la pandemia culmine, cada uno deberá evaluar qué desea conservar de esta nueva realidad; podrá poner en valor todo aquello que extrañó, cada actitud que lo hizo sentir mejor, ese gesto o acción que desea incorporar a su vida. El desafío es que la rutina no acabe diluyendo nuestra “posibilidad de ser” en pos del “deber ser”.

Llegando al final del escrito, me pregunto: ¿y qué pasa con los que no pueden elegir? ¿Es justo que algunos podamos decidir y otros no?

En un mundo donde prima la inequidad, donde no se genera igualdad de condiciones, los que podemos elegir ¿podemos quedarnos inmóviles ante estas diferencias?

Te invito a que no te quedes quieto/a, a que descubras que la solidaridad nutre, nos fortalece como comunidad, nos potencia, nos hace mejores; no importa qué tan sencillo o pequeño sea el granito de arena que podamos aportar desde nuestro lugar, ¡nunca dejes de mirar al otro!

Las ollas populares dando respuesta a personas que en este contexto no tienen la posibilidad de llevar el alimento a sus hogares.
¹ Docente de Educación Física, actualmente desempeñándose en nivel terciario (ISFD 101 Avellaneda). Técnica en Trabajo Social, cursando últimas materias para la licenciatura en Trabajo Social en la UNLA. Coordinadora de la institución municipal NIDO Jardín (Núcleo de Inclusión y Desarrollo de Oportunidades).
Fotografías: GCBA, CC by 2.5, https://www.buenosaires.gob.ar/ecobici/noticias/revolucion-de-la-bici-el-plan-de-la-ciudad-para-llegar-al-millon-de-viajes-en-2023 y Franco Fafasuli para ANRed, CC by 4.0, https://www.anred.org/2020/09/02/ollas-populares-y-cortes-de-ruta-en-todo-el-pais-por-mercaderia-para-comedores-y-aumento-salarial/.